Las personas que acuden a terapia ven las recaídas como una vuelta atrás, como un fracaso. Se les explica que las recaídas forman parte del proceso de recuperación; esto quiere decir que es normal y que es esperable. Son una oportunidad para aprender y asentar nuestra evolución. Al fin y al cabo, si hay un retroceso en algún punto del camino es porque antes se produjo un avance y una mejoría. Aún así, esto no evita que surjan emociones tales como el miedo o la ansiedad ante la posibilidad de volver al punto de partida, a volver al lugar que nos generó malestar.
El proceso de terapia nunca es una línea recta, tiene altibajos y cuando esto sucede el paciente suele sentirse vulnerable. Es importante que le expliquemos al paciente en qué consisten las recaídas, que las integre como parte del proceso de aprendizaje. Hay que concretar también que cada recaída es distinta y que cada vez se espacian más en el tiempo su duración es más corta y su intensidad más baja. Las recaídas son una fuente de información. Es importante analizarlas e identificar qué ha ocurrido. Por otro lado, habrá que valorar si estamos ante una recaída normal y puntual. O por si pudiera tratarse de algo más serio (algún tipo de defensa o de bloqueo, una limitación personal hacia el cambio, etc.).
Muchos pacientes ante una recaída se sienten desmotivados, desilusionados, hasta incluso fracasados y piensan que todo lo que se ha ganado durante el proceso de terapia no ha servido para nada. En realidad no es así; las recaídas son una etapa natural del cambio. Prochaska y DiClemente señalan que las recaídas nos acercan más a la recuperación total y nos recuerdan que no hay fracaso sino aprendizaje.
A los pacientes les explicó que el sentimiento de fracaso efectivamente puede aparecer, pero no tiene nada que ver con esto. En la recaída se han mostrado valientes y han tomado decisiones para hacerla frente. Y esto es muy importante. Ahora el paciente se encuentra con herramientas y mecanismos para hacer frente a aquellas situaciones que le generan malestar. de ahí que no sea un fracaso. Enfrentarse a una recaída te prepara para futuras situaciones difíciles que pueden hacerte tambalear.
La vida es impredecible y a veces trae cosas con las que no contábamos y que pueden llegar a romper con nuestra estabilidad y seguridad. Es normal que ante estas situaciones se activen aquellos mecanismo desadaptativos que en su momento nos ayudaron a sostenernos; sin embargo, al haber sido algo que ya has trabajado y que dispones de mecanismos es más probable que logres reponerte y salir adelante.
¿En qué nos ayudan las recaídas?
Si asumo que puedo tener alguna recaída, estaré más preparado para afrontarla. Nos ayuda a aprovechar para aprender a identificar posibles situaciones o factores que nos generen malestar, y así, buscar estrategias a las que recurrir en caso de que lo necesite.
Las recaídas son una oportunidad para:
- Consolidar los logros que hemos ido obteniendo a lo largo del proceso terapéutico.
- Realizar los ajustes necesarios y prepararme de cara a futuras situaciones complicadas que podrían hacerme flaquear.
- Contribuye a disminuir el sentimiento de culpa
- Permitirá mejorar la tolerancia a la frustración.
William Shakespeare: Algunas caídas son el medio para levantarse a situaciones más felices
Prochaska y Diclemente explican las fases del cambio con el siguiente modelo Transteórico:
- fase de Precontemplación: La persona todavía no ha considerado que tenga un problema o que necesite introducir un cambio en su vida. En consecuencia, no suelen acudir por cuenta propia a terapia.
- fase de contemplación: La persona considera y rechaza el cambio a la vez, se siente ambivalente. Aunque es consciente del problema, la balanza que recoge los motivos para cambiar y los motivos para continuar igual está muy equilibrada
- fase de preparación: También llamada etapa de “Determinación”. La persona está motivada hacia el cambio, lo que para el terapeuta supone un período ventana para aconsejar el recurso terapéutico más beneficioso. En caso de no conseguir que la persona avance a la etapa de “Acción”, ésta retrocederá a la etapa anterior.
- fase de acción: La persona se implica en acciones que le llevarán a un cambio, por lo que el objetivo es cambiar el problema que se desea resolver.
- fase de mantenimiento: Se intenta mantener en el tiempo el cambio conseguido en la etapa de “Acción” y prevenir recaídas.
- fase de recaída: La persona vuelve a realizar el comportamiento que había cambiado o estaba en proceso de cambiar. Tras esto, el sujeto vuelve a una etapa anterior; es labor del terapeuta motivar y consolar al paciente para que la regresión se dé en una etapa lo más cercana posible a la acción.
Factores que debemos tener en cuenta:
- La vida no es lineal tiene altos y bajos. Hay que estar preparados para trabajar los “bajones”. Asentar cada paso, facilita el progreso. El proceso de terapia es como una escalera que hay que ir subiendo peldaño a peldaño. Si se tropieza, es mas fácil reiniciar la subida desde el peldaño inferior o desde dos peldaños más abajo, que caer de nuevo a la base de la escalera.
- Uno de los mayores fallos que cometemos las personas cuando tenemos una recaída es magnificar su importancia. Vemos el bajón como algo insoportable o algo de lo que no podemos recuperarnos. La prevención nos enseña que éstas pueden llegar a ser una parte más del tratamiento y no que el tratamiento haya ido mal.
- Las recaídas no siempre adoptan la misma forma, por ello es importante que estemos atentos ante cualquier nueva forma de afrontamiento.
- Tener herramientas para poder actuar: Es importante saber qué recursos/ herramientas tenemos para saber cómo actuar.
- Antes de finalizar la terapia, tenemos que aprender a identificar, analizar y anticipar posibles dificultades y contratiempos que podrían aparecer en el camino y entorpecer nuestro progreso. Una vez hecho esto, es el momento de interiorizar estrategias específicas para afrontar esas posibles situaciones difíciles.
Si necesitas ayuda para manejar una situación de recaída, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través del correo hola@psicologiagm.com
Me pondré en contacto contigo y trabajaremos juntos para confrontar esta situación.
Mi nombre es Gloria, y estaré encantada de ayudarte.