A lo largo de los últimos meses, he trabajado mucho el concepto de exigencia con pacientes adultos.
Frases como: “No soy suficiente”, “No estoy a la altura”, No me sale nada bien”, “No me puedo permitir un error”, “Tengo que…”, “No me merezco esto”, etc. son algunas de las quejas con las que vienen a consulta. Este diálogo interno resulta bastante hiriente provocando: sentimiento de inferioridad, sentimiento de culpa y desvalorización.
Hablamos de exigencia desmedida como el rasgo que presenta una persona cuando se exige demasiado a sí misma y busca dar siempre lo mejor. Esta característica lo que hace es que la persona se centre en los errores o fracasos más que en el proceso y los logros conseguidos. Por lo que siempre pretenderá alcanzar esas metas; muchas veces, inalcanzables.
Origen de la Autoexigencia:
La autoexigencia surge de la combinación de las presiones externas y el miedo hacia lo incontrolable.
Estas presiones externas se ven en diferentes ámbitos: social, cultural, familiar, educacional, etc. Hoy en día se exige ser el número 1 en todo, tener un cuerpo 10, ser el mejor trabajador, saber de todo, dominar varios idiomas etc.
Detrás de la autoexigencia se esconde el miedo: miedo a cubrir expectativas, miedo a no tener el control, miedo a ser juzgados, miedo a defraudarnos. Esta actitud produce un desgaste emocional intenso que afecta a nuestra autoestima y a nuestra forma de relacionarnos con los demás.

Ser autoexigente es un comportamiento adaptativo y funcional cuando responde a nuestras capacidades, a nuestros conocimientos y se ajusta a nuestras circunstancias personales. Sin embargo, cuando esto no se da, se convierte en disfuncional lo que provoca un daño a nuestra salud física y emocional.
Se puede decir que una persona es exigente cuando:
- Desconoce sus propios límites
- El objetivo que se autoimpone es muy elevado, lo que genera miedo al fracaso.
- Convierte sus retos en obligaciones. Se esfuerza por conseguir su meta a pesar del sufrimiento que le genera, centrándose en el resultado y no el proceso.
- Tiene una excesiva previsión y planificación sintiéndose culpable si no los llega a cumplir, generando una baja tolerancia a la frustración, una sensación constante de insatisfacción.
- Su sentimiento de auto valía depende del resultado obtenido
- Siempre se focaliza en los aspectos negativos y no en los positivos
- Tiene una elevada autocrítica, que genera una baja autoestima. Utiliza un lenguaje peyorativo hacía si mismo.
- Los pensamientos son dicotómicos. Es decir, se basa en los extremos nunca hay término medio.
Consecuencias de la autoexigencia desmedida:
- Sociales: aislamiento social, pérdida de amigos, etc.
- Emocionales: tristeza, depresión, ansiedad, inquietud, estrés, etc.
- Físicos: tensión muscular, problemas gastrointestinales, agotamiento físico, migrañas, etc.
- Cognitivos: tendencia a la rumiación (pensar en errores cometidos de forma constante), autocritica excesiva, baja concentración, etc.
- Conductuales: comprobación excesiva para detectar posibles errores, repetición de algunas tareas, dedicar excesivo tiempo a hacer la tarea, procrastinar por miedo a que la tarea tenga errores, competir por ser el mejor en n grupo de iguales etc.
¿Cómo trabajar la autoexigencia?
En terapia se realiza una intervención que trata de modificar aquellos patrones de conducta disfuncionales que generan un malestar emocional en la persona en patrones adaptativos.
Se suele utilizar la terapia cognitivo conductual en donde se enseña a la persona a identificar dichos patrones de comportamiento/ pensamiento para que sea consciente de ello y, así poder modificarlos mediante una serie de herramientas.
La autoexigencia es un patrón aprendido, por tanto, se puede cambiar y modificar así la calidad de vida.
La autoexigencia busca la mejora personal; pero a veces, nos equivocamos en las formas. Se busca la perfección, nos ponemos demasiada presión para conseguir ciertas metas y acabamos provocando un conflicto interno.
Una autoexigencia bien gestionada ayudará a mejorar y crecer personalmente. A continuación, te doy algunas claves para poner en práctica algunas estrategias:
- Identificar las áreas en las que mostramos autoexigencia.
- Construir una sana autoestima: Aprender a reforzarnos y a valorarnos por lo que somos y no por lo que logramos.
- Aprender a delegar.
- Aprender a seleccionar lo que es importante y lo que no.
- Establecer metas realistas y alcanzables: establecer objetivos a corto plazo; Crear una planificación de objetivos. Estos objetivos tienen que definirse en función de nuestras propias capacidades y recursos.
- Aprender a gestionar las emociones: frustración, enfado, ansiedad, estrés etcétera.
- Destinar tiempo para uno mismo.
- Revisar nuestro orden de prioridades
- Modificar nuestro estilo de pensamiento: trabajar el pensamiento dicotómico, la rumiación, autocritica, sentimiento de fracaso etc.
- Trabajar un buen estilo de comunicación con nosotros mismos: ser asertivos, hablarnos desde el cariño y el respeto.
- Centrarnos en el proceso y no en la meta: Se trata de aprender por el camino, de valorar el esfuerzo y no centrarse únicamente en los resultados obtenidos.
- Ser conscientes que los errores son parte del camino: no castigarnos por los errores y aprender de ellos. Ser consciente de que todo proceso de aprendizaje conlleva errores.
- Aprender a pensar de manera más positiva
- Evitar planificar todo
- Aceptar límites.
Si notas que el día a día te exiges mucho y necesitas ayuda para manejarlo, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través del correo hola@psicologiagm.com . Me pondré en contacto contigo y trabajaremos juntos para confrontar esta situación.
Mi nombre es Gloria, y estaré encantada de ayudarte.